Octubre, mes que se viste de morado por obra y gracia del Señor de Luren. Una festividad religiosa que trae consigo un exquisito despliegue gastronómico que cada año hace delirar los paladares iqueños más exigentes. Una tradición que cada doce meses convierte al turrón de Doña Pepa, la mazamorra morada, los anticuchos y los picarones en los protagonistas principales que marcan el sabor de un mes cargado de Fé.
Manjares al paso
Es común ver en octubre de cada año a miles de personas acompañar a la tradicional Procesión del Señor de Luren, y detrás de esta muchedumbre vestida de morado, observar a las vivanderas en sus carritos y también vestidas con el distintivo hábito religioso, ofreciendo el típico anticucho, los picarones y chicha morada.El anticucho, un plato de origen andino a base de carne de res que se ensarta en un palito de caña y que se cocina a la parrilla, está considerado como una tradición gastronómica precolombina que se acentúa a inicios del virreinato y que aumenta su consumo durante la Procesión del Señor de luren.Pero los anticuchos no desfilan solos. A media tarde las voces de las vendedoras tientan a más de un feligrés a acercarse a las carretillas para probar los deliciosos picarones, un postre peruano en forma de anillos hecho con masa de harina de trigo mezclada con zapallo y bañados en chancaca.Los picarones, que surgieron durante el Virreinato, relucen las esquinas junto a los anticuchos durante la Procesión del Señor de los Milagros, tradición que se ha conservado por 300 años.La procesión del Señor de Luren es una festividad cargada de euforia, donde los fieles proclaman su fe con cánticos, himnos, y como no, con la típica gastronomía morada.
Es común ver en octubre de cada año a miles de personas acompañar a la tradicional Procesión del Señor de Luren, y detrás de esta muchedumbre vestida de morado, observar a las vivanderas en sus carritos y también vestidas con el distintivo hábito religioso, ofreciendo el típico anticucho, los picarones y chicha morada.El anticucho, un plato de origen andino a base de carne de res que se ensarta en un palito de caña y que se cocina a la parrilla, está considerado como una tradición gastronómica precolombina que se acentúa a inicios del virreinato y que aumenta su consumo durante la Procesión del Señor de luren.Pero los anticuchos no desfilan solos. A media tarde las voces de las vendedoras tientan a más de un feligrés a acercarse a las carretillas para probar los deliciosos picarones, un postre peruano en forma de anillos hecho con masa de harina de trigo mezclada con zapallo y bañados en chancaca.Los picarones, que surgieron durante el Virreinato, relucen las esquinas junto a los anticuchos durante la Procesión del Señor de los Milagros, tradición que se ha conservado por 300 años.La procesión del Señor de Luren es una festividad cargada de euforia, donde los fieles proclaman su fe con cánticos, himnos, y como no, con la típica gastronomía morada.